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Si buscas la traducción al español de la palabra burnout, encontrarás “agotamiento”.
Pero si analizamos por separado los vocablos que la conforman, resulta más contundente:
Burn: arder, quemar.
Out: fuera.
O sea, que te quemas tanto que te quedas fuera.
Vamos, que algo relacionado con tu trabajo te ha consumido (quemado) tanto, que te ha dejado KO.
Y es tan habitual que ocurra, que este término, a demás de burnout, ha recibido otros nombres:
Síndrome de desgaste profesional, síndrome de sobrecarga emocional, síndrome del quemado o síndrome de fatiga en el trabajo.
Lo llamemos como lo llamemos, la OMS lo declaró en el año 2000 como un factor de riesgo laboral debido a su capacidad para afectar la calidad de vida y la salud mental de quien lo sufre.
Incluso, en algunos casos severos, puede poner en riesgo la vida de las personas afectadas.
Poca broma.
Y, por supuesto, el ámbito sanitario no se libra de este mal bicho.
Porque los horarios a los que está sometido el personal sanitario, el entorno profesional y la alta responsabilidad que lleva a sus espaldas, son factores que conforman un caldo de cultivo propicio para la aparición de este síndrome.
Y aunque últimamente, y debido a la situación límite que la pandemia ha provocado en los sanitarios, los casos de este trastorno se han multiplicado, el burnout médico ha existido siempre.
Así que vamos a intentar conocer mucho mejor a este enemigo silencioso para poder combatirlo adecuadamente.
¿Qué es el burnout médico?
De todas las definiciones que he encontrado sobre este síndrome, me quedo con la de Pines, Aronson y Kufry.
Según estos autores, el burnout es el estado de agotamiento mental, físico y emocional producido por una involucración crónica en el trabajo en situaciones emocionalmente demandantes.
Me gusta esa definición porque aísla la causa del problema (emocional) y desvela sus efectos adversos tanto en lo físico como en lo emocional.
Por tanto, podemos concluir que el ecosistema en el que el burnout médico se produce, es el ámbito laboral.
Pero es importante añadir un factor más:
En ese ambiente de trabajo se ha de mantener un contacto directo y constante con otras personas.
Y si consideramos que en el ámbito sanitario generalmente se trata con enfermos, parece que esa situación emocionalmente demandante puede considerarse como la puerta de entrada del burnout médico.
Si no, que se lo pregunten a los sanitarios que lucharon a brazo partido cuando sobrevino el tsunami de la Covid19.
Pero al margen de esta situación puntual, el burnout médico está haciendo verdaderos estragos.
Porque se calcula que un 47% de los médicos presentan signos evidentes de agotamiento.
De los que un 37% padecen síntomas compatibles con el burnout médico.
Pero…
¿Cuáles son los síntomas del burnout médico?
Debes estar muy atento a los siguientes síntomas:
- Ansiedad.
- Fatiga.
- Depresión.
- Irritabilidad.
- Dificultad para concentrarte.
- Sensación de cansancio y abatimiento permanente que no desaparece con el descanso.
Otros síntomas asociados a los anteriores son el insomnio y la migraña.
Uno de los motivos por los que el burnout médico se hace más peligroso consiste en relativizar la importancia de la aparición de esos síntomas y vincularlos a un exceso puntual de trabajo o a otros factores transitorios y sin importancia.
Por eso los médicos y sanitarios que comienzan a experimentar ese cuadro suelen creer que remitirá en poco tiempo y con un poco de descanso. Pero nada de eso.
Si somos médicos o sanitarios, no nos comportemos como pacientes desaprensivos: el burnout requiere de un adecuado tratamiento y seguimiento por parte de un facultativo, como más adelante veremos.
Causas del burnout médico
Muchos autores, a pesar de mantener como causa de burnout el trato del personal sanitario con los pacientes (o enfermos), no otorgan una especial relevancia a esta circunstancia en comparación con el resto de factores desencadenantes.
Pero yo, sí.
Porque creo firmemente que convivir prácticamente a diario con el sufrimiento tanto de los pacientes como de sus familiares, constituye el factor emocional más potente al que puede estar sometido un profesional de la salud.
Con esta afirmación no quiero relativizar la importancia del resto de factores, pero sí subrayar la relevancia del trato personal con pacientes como factor causal específico del burnout médico.
Bien, hecha esta pequeña reivindicación personal, vamos a ver el resto de situaciones propiciatorias de este puñetero síndrome.
Las especiales condiciones laborales de los profesionales sanitarios
La capital relevancia de la asistencia sanitaria exige que esta se preste ininterrumpidamente durante las 24 horas del día y durante los 365 días del año.
Para ello es necesario el establecimiento de turnos y de guardias.
Y para la mayoría de estos trabajadores es inevitable hacer turnos nocturnos.
Trabajar de noche, momento en que nuestro cuerpo nos está pidiendo todo lo contrario, altera los ritmos circadianos y puede provocar serias alteraciones físicas y mentales.
Está demostrado que los trabajadores nocturnos presentan más agotamiento emocional, que es el antecedente inmediato de la aparición del burnout.
Por otro lado, la demanda de pacientes es cada vez mayor y, desgraciadamente, las políticas sanitarias no están abordando adecuadamente esta situación.
Porque para cubrir esa demanda no se suele reclutar mayor contingente de profesionales sanitarios, sino que al ya existente se le exprime más.
Esta circunstancia no solo genera mayor tensión emocional, sino que, también, genera situaciones conflictivas entre los propios profesionales, deteriora las relaciones interpersonales entre ellos y fomentan el malestar en el ámbito laboral.
¡Más madera!
Déficit de reconocimiento profesional
Lo he dicho siempre, y lo mantengo:
Cualquier sanitario adscrito al servicio público de salud es un un ciudadano especialmente sacrificado.
Porque los médicos de la pública han tenido que pasar un auténtico vía crucis para llegar a obtener su especialidad.
Y para ello, además de tener que estudiar como posesos durante, aproximadamente, una década, se han visto obligados a chupar guardias a diestro y siniestro.
Han tenido que aceptar contratos precarios.
Y cuando ya han conseguido cierta estabilidad laboral, perciben un salario que no está a la altura, ni mucho menos, de su cualificación.
Cuando son muy jóvenes, esto no les suele afectar mucho.
Pero cuando ya empiezan a peinar canas, no pueden evitar que les sobrevenga este pensamiento: no estoy suficientemente reconocido en mi profesión.
Las palmaditas en la espalda y la fama de buen profesional están muy bien, pero no son suficientes.
Porque el salario, además de representar la retribución por tus servicios, es un índice del reconocimiento a tu trabajo.
Y ese índice, en la pública, cotiza a la baja.
Tanto, que es un claro factor desencadenante de burnout médico.
Pero hay más.
Contra el estrés, tolerancia cero
No sé si los profesionales sanitarios estamos hechos de otra pasta.
Pero lo que sí sé es que desde que tomamos la decisión de entrar por la puerta de la facultad de medicina, hemos sido sometidos constantemente a exigentes pruebas de estrés.
Sí, hemos realizado un auténtico entrenamiento involuntario de resistencia.
Quizás por ello nos creemos inmunes al estrés.
Pero no lo somos.
Simplemente estamos adiestrados en el “arte” de soportarlo.
Y este es, precisamente, otro factor desencadenante del burnout: la alta tolerancia al estrés.
Pero a pesar de que somos sanitarios y sabemos perfectamente que la tolerancia a algo tóxico no anula su efecto pernicioso, caemos en la trampa.
Cosa que es especialmente peligrosa porque no vemos venir a nuestro enemigo.
Así que hay que estar muy atentos, reaccionar al menor síntoma y no creernos superhéroes (aunque lo seamos 😃).
Porque para ser superhéroes hay que tener superpoderes para afrontar demasiadas cosas…
Sobredosis de tareas
Hasta ahora hemos hablado de las posibles causas del burnout que pueden afectar a médicos o sanitarios del sector público y a profesionales que compaginan su actividad privada con su trabajo en la sanidad pública.
Dentro de los que se dedican por cuenta propia a su profesión (la compaginen o no), se ha detectado una causa más como generadora de burnout médico: el exceso de tareas.
Así es, los sanitarios del sector privado han de organizar su propia consulta, tienen que vestirse de empresarios y deben ocuparse de gestiones y tareas propias de cualquier emprendedor.
Esto incluye labores de gestión administrativa, económica, marketing, recursos humanos, etc.
O sea, un lío morrocotudo para una persona lega en estos asuntos como un médico o un sanitario.
Pero da igual, porque tenemos la manía de volver a colocarnos nuestro traje de superhéroe y nos lanzamos a resolver toda esa labor como si tal cosa.
Recortamos, aún más si cabe, la pequeña cuota de tiempo libre que necesitamos para nosotros mismos y para los nuestros.
Y cuando queremos darnos cuenta, ya se ha activado el resorte de la angustia, el sentimiento de culpa y la sensación de inseguridad que nos provoca movernos en terrenos que no dominamos.
O, dicho de otro modo, abrimos las puertas de par en par para que entre nuestro enemigo.
Lagarto, lagarto…
¿Qué hacer?
Cómo evitar o resolver el burnout médico
Bueno, esa cuestión, en principio, es sencilla de contestar.
Al fin y al cabo somos sanitarios, y si reconocemos los síntomas, debemos ponerle remedio.
Así que si somos capaces de detectarlo, es más que recomendable ponernos en manos de un terapeuta o facultativo familiarizado con este tipo de procesos.
Pero no olvidemos que el origen del problema se halla en alguna o algunas de las causas que hemos abordado, y si estas causas no cesan, el trastorno se reproducirá tarde o temprano.
Por eso debemos modificar aquellas condiciones que han propiciado la aparición del burnout.
Ya, claro.
Que me expliquen a mí cómo un médico de la sanidad pública consigue un aumento de salario (ser más reconocido profesionalmente) si este está supeditado a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
O cómo librarse de las guardias hasta una determinada edad.
O evitar los turnos de noche.
O conseguir que las administraciones públicas implementen políticas de mayor captación de recursos humanos para satisfacer la demanda creciente de pacientes.
Por ahí, lo tenemos clarinete…
Por la vía de la sanidad privada, mucho mejor
Sí, porque la causa del burnout médico vinculada a los sanitarios privados, es fácilmente tratable.
Y de forma bastante sencilla.
Como delegar algunas tareas administrativas en los que saben.
E implementar una estrategia de marketing orientada a la captación de pacientes 100% privados para llenar tu consulta o clínica.
Con un método sencillo y fácil de implantar.
Y trabajando por ti en automático todos los días y todas las horas del año para triplicar tu facturación en menos de tres meses.
¿Acaso esto existe? Sí, por supuesto. Y lo tienes a solo un clic en esta masterclass gratuita.
Aunque estoy pensando que este tratamiento también es aplicable a los sanitarios del sector público aquejados de burnout médico.
Y tú, que todavía trabajas en la pública y multiplicas tus esfuerzos para sacar adelante tu consulta…
¿Te has planteado el out de la pública para evitar el burn?